(De
Lisboa año MCIX al Perú año 2009)
Del 20 de marzo
al 30 de abril del año 2009, en la sagrada ciudad del Cusco, con la batuta de
la Municipalidad Provincial y el Instituto Nacional de Cultura, se celebro los
400 años de la publicación y de la luz que pretendió dar al mundo el Inca
Garcilaso de la Vega con su obra los “Comentarios Reales”; porque de la fecha
en la que fue editada esta obra que describía el lamento de un imperio perdido
y la aceptación obligada de una nueva cultura, es necesario voltear la mirada y
preguntarnos si después de 400 años hemos logrado la emancipación anhelada por
nuestros caudillos que desde esa época se forjaron o si por el contrario
seguimos anhelando el imperio perdido y la aceptación ibérica, en un mestizaje
negado traducido hoy en día en alienaciones.
Aurelio Miró
Quesada S.
Inca Garcilaso de la Vega |
Con la obra del
Inca Garcilaso nace en realidad la “literatura peruana”, si se le entiende no
como continuidad de las creaciones orales indígenas, ni el eco ultramarino de
las letras de España, sino como un modo particular de pensar y sentir y de
expresarlo en forma escrita. A un tiempo indio y español, incorporado como
hombre de su tiempo a los usos literarios de España y a los marcos mentales de
Europa, afloran en sus páginas la atracción de su tierra peruana y la nostalgia
de Imperio Perdido. Es una nueva visión mestiza, como mestizo es el nombre del
Perú y mestizo es el mismo, y por serlo se llama así “a boca llena” y se honra
con ello.
El peruanismo
del inca Garcilaso, sin embargo no es restringido ni excluyente, sino de
integración y de fusión. El mestizo cusqueño sabía perfectamente que a mediados
del siglo XVI ya no se podía revivir el Tahuantinsuyo, porque los
conquistadores españoles habían arrojado una semilla de la que estaban brotando
nuevos frutos en los campos de América. (“fruta nueva del Perú”, llamo precisamente
Felipe II a la traducción de León Hebreo). Y sabia también que, a pesar de
todas las leyes españolas y mas allá de los actos forzados o de las imitaciones
voluntarias, tampoco se podía implantar una artificial Nueva Castilla, sino
había surgido algo distinto que, simbólicamente , no tenía un nombre castellano
ni quechua, sino se llamaba con un vocablo espontaneo y criollo: el Perú. Extendiéndolo a América, así
habrá que entender la singularidad del mundo americano, al que con la frase del
Inca Garcilaso “con razón lo llaman Nuevo Mundo, porque lo es en toda cosa”
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