jueves, 18 de julio de 2013

400 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN DE LOS COMENTARIOS REALES DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA

(De Lisboa año MCIX al Perú año 2009)

Del 20 de marzo al 30 de abril del año 2009, en la sagrada ciudad del Cusco, con la batuta de la Municipalidad Provincial y el Instituto Nacional de Cultura, se celebro los 400 años de la publicación y de la luz que pretendió dar al mundo el Inca Garcilaso de la Vega con su obra los “Comentarios Reales”; porque de la fecha en la que fue editada esta obra que describía el lamento de un imperio perdido y la aceptación obligada de una nueva cultura, es necesario voltear la mirada y preguntarnos si después de 400 años hemos logrado la emancipación anhelada por nuestros caudillos que desde esa época se forjaron o si por el contrario seguimos anhelando el imperio perdido y la aceptación ibérica, en un mestizaje negado traducido hoy en día en alienaciones.

Aurelio Miró Quesada S.

Inca Garcilaso de la Vega
Con la obra del Inca Garcilaso nace en realidad la “literatura peruana”, si se le entiende no como continuidad de las creaciones orales indígenas, ni el eco ultramarino de las letras de España, sino como un modo particular de pensar y sentir y de expresarlo en forma escrita. A un tiempo indio y español, incorporado como hombre de su tiempo a los usos literarios de España y a los marcos mentales de Europa, afloran en sus páginas la atracción de su tierra peruana y la nostalgia de Imperio Perdido. Es una nueva visión mestiza, como mestizo es el nombre del Perú y mestizo es el mismo, y por serlo se llama así “a boca llena” y se honra con ello.

El peruanismo del inca Garcilaso, sin embargo no es restringido ni excluyente, sino de integración y de fusión. El mestizo cusqueño sabía perfectamente que a mediados del siglo XVI ya no se podía revivir el Tahuantinsuyo, porque los conquistadores españoles habían arrojado una semilla de la que estaban brotando nuevos frutos en los campos de América. (“fruta nueva del Perú”, llamo precisamente Felipe II a la traducción de León Hebreo). Y sabia también que, a pesar de todas las leyes españolas y mas allá de los actos forzados o de las imitaciones voluntarias, tampoco se podía implantar una artificial Nueva Castilla, sino había surgido algo distinto que, simbólicamente , no tenía un nombre castellano ni quechua, sino se llamaba con un vocablo espontaneo y criollo: el Perú. Extendiéndolo a América, así habrá que entender la singularidad del mundo americano, al que con la frase del Inca Garcilaso “con razón lo llaman Nuevo Mundo, porque lo es en toda cosa”

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