sábado, 19 de febrero de 2022

La Campana Colonial de Sicuani

Existe una hermosa campana de gran tamaño en el templo antiguo de la ciudad de Sicuani, de la cual comúnmente se dice que es una de las tres campañas traídas de España para el Cuzco, versión y corrido popular que carece de fundamento y que no se ajusta a la verdad. En algún momento de su historia, por su imponente tamaño muchos pobladores la compararon con la famosa campana María Angola de Cuzco, llamándola la “María Angola de Sicuani”.

La Campana de Sicuani, históricamente se remonta a la época de la colonia, a momentos de la rebelión indígena de 1780, de José Gabriel Túpac Amaru, cuando en Sicuani se procede a firmar y promulgar oficialmente el Armisticio entre las huestes rebeldes lideradas por Diego Cristóbal Túpac Amaru y las de José del Valle, Mariscal realista y jefe de las fuerzas españolas, acuerdo que se celebró en Sicuani, entre ambas partes el 27 de enero de 1782. El Coronel Francisco Salcedo, luego de los sucesos de pacificación y Armisticio, fue nombrado Corregidor de Tinta, ofreciéndose donar una campana para el templo matriz de la Virgen Inmaculada Concepción de Sicuani. Hecho los trámites se dispuso su fabricación en el mismo lugar de Sicuani, con orfebres y especialistas españoles traídos de Lima para dicho fin.  Lo que motivo el donativo de Salcedo, es haber logrado el milagro de la paz en toda la región y el virreinato; además el hecho de haber sido ascendido al cargo de Corregidor. El nombre original con el cual fue bautizada la campana de Sicuani, es “Campana Real”, y de las inscripciones que  lleva la campana en alto relieve y otros, se puede extraer los siguientes datos: Peso 40 qq - Me construyó Felipe Córdova - I-IX-1783 - Me hizo a su costa el Coronel Don francisco Salcedo, siendo Corregidor de esta provincia de Tinta - Dedicado a Devoción de Nuestra Señora Santísima Concepción de Sicuani.

Toda campana colonial para iniciar su fundición debían ser autorizadas por orden episcopal, esta se logró a solicitud del Corregidor Salcedo, en su bautizo participo el Obispo de Cuzco, Moscoso y Peralta, auxiliado por el Cura de Sicuani Antonio Martínez.  

Bibliografía: Archivo regional de Cuzco - MLXXIC.

 © Guido Amílcar Ancori Cervantes.

viernes, 18 de febrero de 2022

Crónicas de Canchis y Sicuani


Pedro Cieza de León
Una de las primeras crónicas escritas sobre la provincia de Canchis y el pueblo de Sicuani, es aquella que desarrolló Pedro Cieza de León, en 1549, cuando emprendió su viaje a la meseta del Titicaca, con el propósito de tomar notas descriptivas de los nuevos territorios del Perú, obra que logro concretar gracias al apoyo del jurista y político La Gasca, llamado El Pacificador del Perú. En su recorrido de Cuzco a La Paz (Bolivia), Cieza de León, se informó sobre la geografía, sus monumentos, costumbres e historia de los pueblos del sur del Perú, de boca de los mismos tawantinsuyanos, muchos de ellos miembros de la nobleza Inca y quipucamayoc, quienes guardaban celosamente la historia de sus reyes incas. De acuerdo a los datos proporcionados por Cieza, quien fuera soldado, explorador y escritor español, algunos pueblos de Canchis primigeniamente habrían pertenecido a la provincia de Canas, de igual forma estas dos provincias contiguas tenían en común usos, costumbres y rituales. Dentro de los pueblos más importantes en esta región del Cuzco, destacan “Chicuana” y “Cacha”, los mismos hoy son Sicuani y Raqchi. Sicuani, desde la época pre Inca, se constituyó en un centro estratégico para el intercambio de productos que provenían del Qollasuyo, Coporaque, Chumbivilcas, Acomayo y Quispicanchis. Raqchi, como centro administrativo oficial, lugar donde se depositaban periódicamente los recursos del Estado Inca.

Para mayor información veamos como describe y hace referencia Cieza de León, en sus “Crónicas del Perú”, a las provincias de Canas y Canchis, y a los entonces pueblos de su jurisdicción.

Capítulo XCVII

Del camino que se anda desde el Cuzco hasta la ciudad de la Paz, de los pueblos que hay hasta salir de los indios que llaman Canches.

… “Adelante desta provincia están los Canches, que son indios bien domésticos y de buena razón, faltos de malicia, y que siempre fueron provechosos para trabajo, especialmente para sacar metales de plata y de oro, y poseyeron mucho ganado de sus ovejas y carneros; los pueblos que tienen no son más ni menos que los de sus vecinos, y así andan vestidos, y traen por señal en las cabezas unas trenzas negras que les viene por debajo de la barba. Antiguamente cuentan que tuvieron grandes guerras con Viracoche inga y con otros de sus predecesores, y que puestos en su señorío, los tuvieron en mucho. Usan por armas algunos dardos y hondas y unos que llaman aillos, con que prendían a los enemigos. Los enterramientos y religiones suyas conformaban  con los ya dichos, y las sepulturas tienen hechas por los campos de piedra, altas, en las cuales metían a  los señores con algunas de sus mujeres y otros sirvientes. No tienen cuenta de honra ni pompa,  aunque es verdad  que algunos de los señores se muestran  soberbios con  sus naturales y los tratan ásperamente. En señalados tiempos del año celebraban sus fiestas, teniendo para ello sus días situados. En los  aposentos de  los señores  tenían sus plazas para hacer sus bailes, y adonde el señor comía y bebía. Hablaban con el demonio en la manera que todos los demás. En toda la tierra destos Canches se da trigo y maíz y  hay muchas perdices y cóndores, y en sus casas tienen los indios muchas gallinas, y por los ríos toman  mucho pescado, bueno y  sabroso”.

Capítulo XCVIII.

De la provincia de los Canas y de los que dicen de Ayavire, que en tiempo de los ingas, fue a lo que se tiene, gran cosa.

“Luego que salen de los Canches, se entra en la provincia de los Canas, que es otra nación de gente, y los pueblos dellos se llaman en esta manera: Hatuncana, Chicuana, Horuro, Cacha, y otros que no cuento. Andan todos vestidos, y lo mismo sus mujeres, y en la cabeza usan ponerse unos bonetes de lana, grandes y muy redondos y altos. Antes que los ingas los señoreasen tuvieron en los collados fuertes sus pueblos, de donde salían a darse guerra; después los bajaron a lo llano, haciéndolos concertadamente. Y también hacen, como los Canches, sus sepulturas en las heredades, y guardan y tienen unas mismas costumbres. En la comarca destos Canas hubo un templo a quien llamaban Aconcagua; es donde sacrificaban conforme a su ceguedad. Y en el pueblo de Cacha había grandes aposentos hechos por mandato de Topainga Yupangue. Pasado un río está un pequeño cercado, dentro del cual se halló alguna cantidad de oro, porque  dicen que a conmemoración y remembranza de su dios Ticeviracocha, a quien llaman hacedor, estaba hecho este templo, y puesto en él un ídolo de piedra de la estatura de un hombre, con su vestimenta y una corona o tiara en la cabeza; algunos dijeron que podía ser esta hechura a figura de algún apóstol que llegó a esta tierra; de lo cual en la segunda parte trataré lo que desto sentí y pude entender, y la que dicen del fuego del cielo que abajó, el cual convirtió en ceniza muchas piedras. En toda esta comarca de los Canas hace frío, y lo mismo en los Canches, y es bien proveída de mantenimientos y ganados. Al poniente tiene la mar del Sur, y al oriente la espesura de los Andes. Del pueblo de Chicuana, que es desta provincia de los Canas, hasta el de Ayavire habrá quince  leguas, en el cual término hay algunos pueblos destos Canas y muchos llanos, y grandes vegas bien aparejadas para criar ganados, aunque el ser fría esta región demasiadamente lo estorba; y la muchedumbre de hierba que en ella se cría no da provecho si no es a los guanacos y vicuinas…”

Bibliografía: Pedro de Cieza de León (1518 - 1554) “La Crónica del Perú” - Editorial Universo - Lima - Perú - 1973.

©Guido Amílcar Ancori Cervantes.

domingo, 13 de febrero de 2022

VIRACOCHA: EL DIOS SUPREMO DE LOS ANDES DE AMÉRICA

En la América precolombina, Perú, aproximadamente entre el primer milenio de nuestra era, Viracocha, fue considerado el dios hacedor del mundo, el dios del conocimiento, enseñando a los hombres a descubrir los secretos de la naturaleza y a vivir en paz. Las narraciones antiguas refieren que llegó y trajo a los pueblos nacientes espiritualidad, sociedad y tecnología. En los andes prehispánicos revolucionó la dieta alimentaria con el descubrimiento del maíz y la papa.

Viracocha, es descrito como un dios de piel clara, barbudo y alto, y que esconde su apariencia humana en formas antropomorfas (ave, serpiente y felino). Las imágenes sobrevivientes de Viracocha provienen de la civilizaciones  preincas, donde muestran a un ser mitológico, con apariencia de felino, adornado con serpientes, alado y sujetando sus poderosas varas de donde emergía su poder.

Las narraciones y escritos antiguos nombraron a esta entidad Viracocha, como "el dios poderoso señor de las varas", “el dios blanco que camina como espuma sobre las aguas”, padre del sol y la luna”. Esta es una de las razones por lo que se cree que Viracocha llego de otro mundo lejano.

Refieren que el dios americano fue una presencia positiva en la sociedad preinca. Tenía habilidades extraordinarias. Podía cambiar de forma, ya que fue visto como un hombre blanco y en su forma híbrida de felino, serpiente y ave. Su presencia irradiaba un haz intenso de luz blanca, que dicen hacia resaltar la túnica y el bastón o vara que llevaba. 

De acuerdo a los grabados y esculturas fue conocido aproximadamente en el primer milenio DC. Su nombre en Aymara, Puquina y Quechua  significa “Espuma o grasa de mar”. De acuerdo a las evidencias materiales y narraciones su morada principal fue en el Tiahuanaco y fue desde allí que hizo su gran recorrido para enseñar a todos los hombres, dejando gran huella de su paso en el lugar de Cacha (Raqchi-San Pedro), en la actual provincia de Canchis - Perú.

Investigadores y cronistas han escrito ampliamente sobre este concepto de "dioses blancos", llegando a la conclusión de que son representados en casi todas las culturas indígenas de América.

Hay hipótesis que refieren que después de la destrucción del continente antiguo de la Atlántida, los sobrevivientes se mudaron en sus naves a las Américas donde fueron tratados como “dioses blancos" por los habitantes primitivos de la tierra.

Encontramos en los andes peruanos testimonios escritos, provenientes de versiones orales de los incas sobre Viracocha, de parte de renombrados cronistas españoles y mestizos como Pedro Cieza de León, Pedro Sarmiento de Gamboa, Juan Betanzos y Juan de Santa Cruz Pachacuti; esos relatos nos dan una descripción bastante detallada de su apariencia, personalidad y visitas a los antepasados de los indios andinos.

Cieza de León, en la “La crónica del Perú” relata la siguiente leyenda sobre la aparición de un dios blanco a los antepasados de aquellos indígenas:

Antes que los Incas reinasen en es­tos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy ma­yor que todas las que ellos dicen, por­que afirman que estuvieron mucho tiem­po sin ver el sol y que, padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos é plegarias á los que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que estando desta suer­te, salió de la isla de Titicaca, questá dentro de la gran laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron. Y luego questo pasó, di­cen que de hacia las partes del Medio­día vino y remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspec­to y persona mostraba gran autoridad y veneración, y queste varón, que así vie­ron, tenía tan gran poder, que de los ce­rros hacia llanuras y de las llanuras ha­cia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder recono­ciesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio deltas, Pa­dre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dió sér ál os hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable benefi­cio. Y este tal, cuentan los indios que á mí me lo dixeron, que oyeron á sus pa­sados, que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo te­nían, que fué de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la serranía, y que nun­ca jamás lo volvieron á ver. En muchos lugares diz que dió orden á los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amo­rosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos á los otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en todos hobiese caridad. Generalmente le nom­bran en la mayor parte Ticivlracocha, aunque en la provincia del Collao le lla­man Tuapaca, y en otros lugares della Arnauan. Fuéronle en muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra á su semejanza, y de­lante dellos hadan sacrificios: los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu, se tiene que fué desde aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan esto que digo de Ticiviracocha, no saben de­cir dél más, ni que volviese á parte nin­guna deste reino”.

Pedro Sarmiento de Gam­boa, sobre Viracocha, el dios blanco, escribió:

“Todos concuerdan en que la crea­ción destas gentes la hizo el dicho Vira­cocha, el cual tienen noticia que fue un hombre de mediana estatura, blanco y vestido de una ropa blanca a manera de alba ceñida por el cuerpo, y traía un bá­culo y un libro en las manos. Y tras esto cuentan un extraño caso, que, como después que Viracocha crió todas las gentes, viniese caminando, llegó a un asiento donde se habían congregado muchos hombres de los por él criados”… “Viracocha prosiguió su camino, ha­ciendo sus obras e instruyendo las gen­tes criadas… Y quiriendo dejarla tierra del Pirú, hizo una habla a los que había criado, avisándoles de cosas que les habían de suceder. Les dijo que ven­drían gentes algunas que dijesen que ellos eran el Viracocha, su Criador, y que no los creyesen, y quel en los tiem­pos venideros les enviaría sus mensaje­ros para que los amparasen y enseña­sen. Y esto dicho, se metió con sus dos criados por la mar, e iban caminando sobre las aguas, como por la tierra, sin hundirse.”

Juan de Betanzos en su obra “Suma y narración de los incas”, escribe sobre Viracocha lo siguiente:

“…que preguntando á los Indios que figura tenía este Viracocha cuando ansí le vieron los antiguos, según que dello ellos tenían noticia y dijeronme que era un hombre alto de cuerpo y que tenía vestidura blanca que le daba hasta los pies, y questa vestidura traía ceñida, é que traía el cabello corto y una corona hecha en la cabeza á manera de sacer­dote y andaba destocado, y que traía en las manos cierta cosa que á ellos les parece el día de hoy como estos brevia­rios que los sacerdotes traían en las manos. preguntóles como se llama­ba aquella persona en cuyo lugar aque­lla piedra era puesta, y dijéronme que se llama Con Tici Viracocha Pachayachachic, que quiere decir en su lengua, Dios Hacedor del mundo”.

Juan de Santa Cruz Pachacuti Yupanqui, en sus manuscritos sobre Viracocha refiere lo siguiente:

“Y pasado algunos años después de aberlos y do y echado a los demonios . . . desta tierra, an llegado entonces a esas provincias y reynos de Tabanatinsuyo un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos lar­gos, y con camisas algo largas, y dizen que era ya hombre pasado más que de moco, y traye y las canas, hera flaco, el qual andava con su bordon, y era que enseñaba a los naturales con gran amor, llamándoles a todos hijos y hijas, el qual no fueron oydos ni hechos caso de los naturales, y guando andaba por todas las provincias ha hecho muchos milagros, y bisibles; solamente con to­car a los enfermos los sanaba, el qual no traye enterés ninguno ni trayey atos, el qual dizen que todas las lenguas hablava mejor que los naturales, y le nombravan Tonapa o Tarapaca Viracochan Pachayachi Cachan o Pacchacan y Bicchaycamayoc Cuanacuycamayoc... reprehen­diéndoles con amor afable, y por el di­cho Apotampo los oyeron con aten­ción, recibiéndole el dicho palo en su mano, de modo que en un palo los reci­bieron lo que les predicava, señalándo­les y rayándoles cada capítulo de las razones. Este barón llamado Thonapa dizen que andubo por aquellas provin­cias de los collasuyos, predicándoles sin descansar... El cual dicho Thonapa dizen que los maldijo el dicho pueblo, de que vino a azer anegados con agua, y el día de oy se llama Yamqui Cupacocha, la laguna, que los yndios deste tiempo casi todos lo saben que como antiguamente hera pueblo principal y agora es laguna. Lo uno dizen que en un cerro muy alto llamado Cachaqueara, estaba o abia un y dolo en figura de mu­jer, a el cual dizen que Tunapa tuvo gran odio con el dicho ydolo, y después le hecho fuego y se abrasó el dicho cerro con el dicho ydolo, rebentandoles y derretiendoles como una cera el dicho ce­rro, y hasta el día de oy hay señales de aquel milagro espantable, jamás oído en el mundo… Dizen quel dicho Tuna­pa pasó siguiendo al río de Chacamarca, hasta topar en la mar. Entiendo que pasó por el estrecho hacía la otra mar. Esto han averiguado por antiguos inqas antiquísimos”.