Viracocha, es descrito como un dios de piel
clara, barbudo y alto, y que esconde su apariencia humana en formas
antropomorfas (ave, serpiente y felino). Las imágenes sobrevivientes
de Viracocha provienen de la civilizaciones preincas, donde muestran a un ser mitológico,
con apariencia de felino, adornado con serpientes, alado y sujetando sus poderosas
varas de donde emergía su poder.
Las narraciones y escritos antiguos nombraron a
esta entidad Viracocha, como "el dios poderoso señor de las varas", “el dios blanco que camina como
espuma sobre las aguas”, padre del sol y la luna”. Esta es una de las razones
por lo que se cree que Viracocha llego de otro mundo lejano.
Refieren que el dios americano fue una presencia positiva en
la sociedad preinca. Tenía habilidades extraordinarias. Podía cambiar de
forma, ya que fue visto como un hombre blanco y en su forma híbrida de felino,
serpiente y ave. Su presencia irradiaba un haz intenso de luz blanca, que dicen
hacia resaltar la túnica y el bastón o vara que llevaba.
De acuerdo a los grabados y esculturas fue conocido
aproximadamente en el primer milenio DC. Su nombre en Aymara, Puquina y Quechua significa “Espuma o grasa de mar”. De
acuerdo a las evidencias materiales y narraciones su morada principal fue en el
Tiahuanaco y fue desde allí que hizo su gran recorrido para enseñar a todos los hombres, dejando gran huella de su paso en el lugar de Cacha (Raqchi-San Pedro),
en la actual provincia de Canchis - Perú.
Investigadores y cronistas han escrito ampliamente sobre este
concepto de "dioses blancos", llegando a la conclusión de que son
representados en casi todas las culturas indígenas de América.
Hay hipótesis que refieren que después de la
destrucción del continente antiguo de la Atlántida, los sobrevivientes se
mudaron en sus naves a las Américas donde fueron tratados como “dioses
blancos" por los habitantes primitivos de la tierra.
Encontramos en los andes peruanos testimonios
escritos, provenientes de versiones orales de los incas sobre Viracocha, de parte de renombrados cronistas españoles y mestizos como
Pedro Cieza de León, Pedro Sarmiento de Gamboa, Juan Betanzos y Juan de Santa
Cruz Pachacuti; esos relatos nos dan una descripción bastante detallada de su
apariencia, personalidad y visitas a los antepasados de los indios andinos.
Cieza de León, en la “La crónica del Perú” relata
la siguiente leyenda sobre la aparición de un dios blanco a los antepasados de
aquellos indígenas:
“Antes que los Incas reinasen en estos reinos ni en ellos fuesen
conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy mayor que todas las que
ellos dicen, porque afirman que estuvieron mucho tiempo sin ver el sol y que,
padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos é plegarias á los
que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que
estando desta suerte, salió de la isla de Titicaca, questá dentro de la gran
laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron.
Y luego questo pasó, dicen que de hacia las partes del Mediodía vino y
remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspecto y persona
mostraba gran autoridad y veneración, y queste varón, que así vieron, tenía
tan gran poder, que de los cerros hacia llanuras y de las llanuras hacia
cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder reconociesen,
llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio deltas, Padre del
sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dió sér ál os
hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable beneficio. Y
este tal, cuentan los indios que á mí me lo dixeron, que oyeron á sus pasados,
que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo tenían,
que fué de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el
camino de la serranía, y que nunca jamás lo volvieron á ver. En muchos lugares
diz que dió orden á los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amorosamente
y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos á los
otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en todos hobiese
caridad. Generalmente le nombran en la mayor parte Ticivlracocha, aunque en la
provincia del Collao le llaman Tuapaca, y en otros lugares della
Arnauan. Fuéronle en muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron
bultos de piedra á su semejanza, y delante dellos hadan sacrificios:
los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu, se tiene que fué desde
aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan
esto que digo de Ticiviracocha, no saben decir dél más, ni que volviese á
parte ninguna deste reino”.
Pedro Sarmiento de Gamboa, sobre Viracocha, el dios blanco, escribió:
“Todos concuerdan en
que la creación destas gentes la hizo el dicho Viracocha, el cual tienen
noticia que fue un hombre de mediana estatura, blanco y vestido de
una ropa blanca a manera de alba ceñida por el cuerpo, y traía un báculo y un
libro en las manos. Y tras esto cuentan un extraño caso, que, como después que Viracocha
crió todas las gentes, viniese caminando, llegó a un asiento donde se habían
congregado muchos hombres de los por él criados”… “Viracocha prosiguió su
camino, haciendo sus obras e instruyendo las gentes criadas… Y quiriendo
dejarla tierra del Pirú, hizo una habla a los que había criado, avisándoles de
cosas que les habían de suceder. Les dijo que vendrían gentes algunas que
dijesen que ellos eran el Viracocha, su Criador, y que no los creyesen, y quel
en los tiempos venideros les enviaría sus mensajeros para que los amparasen y
enseñasen. Y esto dicho, se metió con sus dos criados por la mar, e iban
caminando sobre las aguas, como por la tierra, sin hundirse.”
Juan de Betanzos en su obra “Suma y
narración de los incas”, escribe sobre Viracocha lo siguiente:
“…que preguntando á los Indios que figura tenía este Viracocha cuando ansí
le vieron los antiguos, según que dello ellos tenían noticia y dijeronme
que era un hombre alto de cuerpo y que tenía vestidura blanca que le
daba hasta los pies, y questa vestidura traía ceñida, é que traía el
cabello corto y una corona hecha en la cabeza á manera de sacerdote y andaba
destocado, y que traía en las manos cierta cosa que á ellos les
parece el día de hoy como estos breviarios que los sacerdotes traían en las
manos. preguntóles como se llamaba aquella persona en cuyo lugar aquella
piedra era puesta, y dijéronme que se llama Con Tici Viracocha Pachayachachic, que quiere decir en su lengua, Dios Hacedor del mundo”.
Juan de Santa Cruz Pachacuti Yupanqui, en sus manuscritos sobre Viracocha refiere lo
siguiente:
“Y pasado algunos años después de aberlos
y do y echado a los demonios . . . desta tierra, an llegado entonces a esas provincias
y reynos de Tabanatinsuyo un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con
cabellos largos, y con camisas algo largas, y dizen que era ya hombre pasado
más que de moco, y traye y las canas, hera flaco, el qual andava con su bordon,
y era que enseñaba a los naturales con gran amor, llamándoles a todos hijos y
hijas, el qual no fueron oydos ni hechos caso de los naturales, y guando
andaba por todas las provincias ha hecho muchos
milagros, y bisibles; solamente con tocar a los enfermos los sanaba,
el qual no traye enterés ninguno ni trayey atos, el qual dizen que todas las
lenguas hablava mejor que los naturales, y le nombravan Tonapa o Tarapaca Viracochan Pachayachi Cachan o Pacchacan y Bicchaycamayoc Cuanacuycamayoc... reprehendiéndoles con amor afable, y por el
dicho Apotampo los oyeron con atención, recibiéndole el dicho palo en
su mano, de modo que en un palo los recibieron lo que les predicava, señalándoles
y rayándoles cada capítulo de las razones. Este barón llamado Thonapa dizen que
andubo por aquellas provincias de los collasuyos, predicándoles sin descansar... El cual dicho Thonapa dizen que los maldijo el dicho pueblo, de que vino a
azer anegados con agua, y el día de oy se llama Yamqui Cupacocha, la laguna,
que los yndios deste tiempo casi todos lo saben que como antiguamente hera
pueblo principal y agora es laguna. Lo uno dizen que en un cerro muy alto
llamado Cachaqueara, estaba o abia un y dolo en figura de mujer, a el cual
dizen que Tunapa tuvo gran odio con el dicho ydolo, y después le hecho fuego y
se abrasó el dicho cerro con el dicho ydolo, rebentandoles y derretiendoles
como una cera el dicho cerro, y hasta el día de oy hay señales de aquel
milagro espantable, jamás oído en el mundo… Dizen quel dicho Tunapa pasó siguiendo al río de Chacamarca, hasta
topar en la mar. Entiendo que pasó por el estrecho hacía la otra mar. Esto han
averiguado por antiguos inqas antiquísimos”.
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