domingo, 13 de febrero de 2022

VIRACOCHA: EL DIOS SUPREMO DE LOS ANDES DE AMÉRICA

En la América precolombina, Perú, aproximadamente entre el primer milenio de nuestra era, Viracocha, fue considerado el dios hacedor del mundo, el dios del conocimiento, enseñando a los hombres a descubrir los secretos de la naturaleza y a vivir en paz. Las narraciones antiguas refieren que llegó y trajo a los pueblos nacientes espiritualidad, sociedad y tecnología. En los andes prehispánicos revolucionó la dieta alimentaria con el descubrimiento del maíz y la papa.

Viracocha, es descrito como un dios de piel clara, barbudo y alto, y que esconde su apariencia humana en formas antropomorfas (ave, serpiente y felino). Las imágenes sobrevivientes de Viracocha provienen de la civilizaciones  preincas, donde muestran a un ser mitológico, con apariencia de felino, adornado con serpientes, alado y sujetando sus poderosas varas de donde emergía su poder.

Las narraciones y escritos antiguos nombraron a esta entidad Viracocha, como "el dios poderoso señor de las varas", “el dios blanco que camina como espuma sobre las aguas”, padre del sol y la luna”. Esta es una de las razones por lo que se cree que Viracocha llego de otro mundo lejano.

Refieren que el dios americano fue una presencia positiva en la sociedad preinca. Tenía habilidades extraordinarias. Podía cambiar de forma, ya que fue visto como un hombre blanco y en su forma híbrida de felino, serpiente y ave. Su presencia irradiaba un haz intenso de luz blanca, que dicen hacia resaltar la túnica y el bastón o vara que llevaba. 

De acuerdo a los grabados y esculturas fue conocido aproximadamente en el primer milenio DC. Su nombre en Aymara, Puquina y Quechua  significa “Espuma o grasa de mar”. De acuerdo a las evidencias materiales y narraciones su morada principal fue en el Tiahuanaco y fue desde allí que hizo su gran recorrido para enseñar a todos los hombres, dejando gran huella de su paso en el lugar de Cacha (Raqchi-San Pedro), en la actual provincia de Canchis - Perú.

Investigadores y cronistas han escrito ampliamente sobre este concepto de "dioses blancos", llegando a la conclusión de que son representados en casi todas las culturas indígenas de América.

Hay hipótesis que refieren que después de la destrucción del continente antiguo de la Atlántida, los sobrevivientes se mudaron en sus naves a las Américas donde fueron tratados como “dioses blancos" por los habitantes primitivos de la tierra.

Encontramos en los andes peruanos testimonios escritos, provenientes de versiones orales de los incas sobre Viracocha, de parte de renombrados cronistas españoles y mestizos como Pedro Cieza de León, Pedro Sarmiento de Gamboa, Juan Betanzos y Juan de Santa Cruz Pachacuti; esos relatos nos dan una descripción bastante detallada de su apariencia, personalidad y visitas a los antepasados de los indios andinos.

Cieza de León, en la “La crónica del Perú” relata la siguiente leyenda sobre la aparición de un dios blanco a los antepasados de aquellos indígenas:

Antes que los Incas reinasen en es­tos reinos ni en ellos fuesen conocidos, cuentan estos indios otra cosa muy ma­yor que todas las que ellos dicen, por­que afirman que estuvieron mucho tiem­po sin ver el sol y que, padeciendo gran trabajo con esta falta, hacían grandes votos é plegarias á los que ellos tenían por dioses, pidiéndoles la lumbre de que carecían; y que estando desta suer­te, salió de la isla de Titicaca, questá dentro de la gran laguna del Collao, el sol muy resplandeciente, con que todos se alegraron. Y luego questo pasó, di­cen que de hacia las partes del Medio­día vino y remanesció un hombre blanco de crecido cuerpo, el cual en su aspec­to y persona mostraba gran autoridad y veneración, y queste varón, que así vie­ron, tenía tan gran poder, que de los ce­rros hacia llanuras y de las llanuras ha­cia cerros grandes, haciendo fuentes en piedras vivas; y como tal poder recono­ciesen, llamábanle Hacedor de todas las cosas criadas, Principio deltas, Pa­dre del sol, porque, sin esto, dicen que hacia otras cosas mayores, porque dió sér ál os hombres y animales, y que, en fin, por su mano les vino notable benefi­cio. Y este tal, cuentan los indios que á mí me lo dixeron, que oyeron á sus pa­sados, que ellos también oyeron en los cantares que ellos de lo muy antiguo te­nían, que fué de largo hacia el Norte, haciendo y obrando estas maravillas, por el camino de la serranía, y que nun­ca jamás lo volvieron á ver. En muchos lugares diz que dió orden á los hombres cómo viviesen, y que les hablaba amo­rosamente y con mucha mansedumbre, amonestándoles que fuesen buenos y los unos á los otros no se hiciesen daño ni injuria, ántes, amándose, en todos hobiese caridad. Generalmente le nom­bran en la mayor parte Ticivlracocha, aunque en la provincia del Collao le lla­man Tuapaca, y en otros lugares della Arnauan. Fuéronle en muchas partes hechos templos, en los cuales pusieron bultos de piedra á su semejanza, y de­lante dellos hadan sacrificios: los bultos grandes questán en el pueblo de Tiahuanacu, se tiene que fué desde aquellos tiempos; y aunque, por fama que tienen de lo pasado, cuentan esto que digo de Ticiviracocha, no saben de­cir dél más, ni que volviese á parte nin­guna deste reino”.

Pedro Sarmiento de Gam­boa, sobre Viracocha, el dios blanco, escribió:

“Todos concuerdan en que la crea­ción destas gentes la hizo el dicho Vira­cocha, el cual tienen noticia que fue un hombre de mediana estatura, blanco y vestido de una ropa blanca a manera de alba ceñida por el cuerpo, y traía un bá­culo y un libro en las manos. Y tras esto cuentan un extraño caso, que, como después que Viracocha crió todas las gentes, viniese caminando, llegó a un asiento donde se habían congregado muchos hombres de los por él criados”… “Viracocha prosiguió su camino, ha­ciendo sus obras e instruyendo las gen­tes criadas… Y quiriendo dejarla tierra del Pirú, hizo una habla a los que había criado, avisándoles de cosas que les habían de suceder. Les dijo que ven­drían gentes algunas que dijesen que ellos eran el Viracocha, su Criador, y que no los creyesen, y quel en los tiem­pos venideros les enviaría sus mensaje­ros para que los amparasen y enseña­sen. Y esto dicho, se metió con sus dos criados por la mar, e iban caminando sobre las aguas, como por la tierra, sin hundirse.”

Juan de Betanzos en su obra “Suma y narración de los incas”, escribe sobre Viracocha lo siguiente:

“…que preguntando á los Indios que figura tenía este Viracocha cuando ansí le vieron los antiguos, según que dello ellos tenían noticia y dijeronme que era un hombre alto de cuerpo y que tenía vestidura blanca que le daba hasta los pies, y questa vestidura traía ceñida, é que traía el cabello corto y una corona hecha en la cabeza á manera de sacer­dote y andaba destocado, y que traía en las manos cierta cosa que á ellos les parece el día de hoy como estos brevia­rios que los sacerdotes traían en las manos. preguntóles como se llama­ba aquella persona en cuyo lugar aque­lla piedra era puesta, y dijéronme que se llama Con Tici Viracocha Pachayachachic, que quiere decir en su lengua, Dios Hacedor del mundo”.

Juan de Santa Cruz Pachacuti Yupanqui, en sus manuscritos sobre Viracocha refiere lo siguiente:

“Y pasado algunos años después de aberlos y do y echado a los demonios . . . desta tierra, an llegado entonces a esas provincias y reynos de Tabanatinsuyo un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos lar­gos, y con camisas algo largas, y dizen que era ya hombre pasado más que de moco, y traye y las canas, hera flaco, el qual andava con su bordon, y era que enseñaba a los naturales con gran amor, llamándoles a todos hijos y hijas, el qual no fueron oydos ni hechos caso de los naturales, y guando andaba por todas las provincias ha hecho muchos milagros, y bisibles; solamente con to­car a los enfermos los sanaba, el qual no traye enterés ninguno ni trayey atos, el qual dizen que todas las lenguas hablava mejor que los naturales, y le nombravan Tonapa o Tarapaca Viracochan Pachayachi Cachan o Pacchacan y Bicchaycamayoc Cuanacuycamayoc... reprehen­diéndoles con amor afable, y por el di­cho Apotampo los oyeron con aten­ción, recibiéndole el dicho palo en su mano, de modo que en un palo los reci­bieron lo que les predicava, señalándo­les y rayándoles cada capítulo de las razones. Este barón llamado Thonapa dizen que andubo por aquellas provin­cias de los collasuyos, predicándoles sin descansar... El cual dicho Thonapa dizen que los maldijo el dicho pueblo, de que vino a azer anegados con agua, y el día de oy se llama Yamqui Cupacocha, la laguna, que los yndios deste tiempo casi todos lo saben que como antiguamente hera pueblo principal y agora es laguna. Lo uno dizen que en un cerro muy alto llamado Cachaqueara, estaba o abia un y dolo en figura de mu­jer, a el cual dizen que Tunapa tuvo gran odio con el dicho ydolo, y después le hecho fuego y se abrasó el dicho cerro con el dicho ydolo, rebentandoles y derretiendoles como una cera el dicho ce­rro, y hasta el día de oy hay señales de aquel milagro espantable, jamás oído en el mundo… Dizen quel dicho Tuna­pa pasó siguiendo al río de Chacamarca, hasta topar en la mar. Entiendo que pasó por el estrecho hacía la otra mar. Esto han averiguado por antiguos inqas antiquísimos”.

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