viernes, 18 de febrero de 2022

Crónicas de Canchis y Sicuani


Pedro Cieza de León
Una de las primeras crónicas escritas sobre la provincia de Canchis y el pueblo de Sicuani, es aquella que desarrolló Pedro Cieza de León, en 1549, cuando emprendió su viaje a la meseta del Titicaca, con el propósito de tomar notas descriptivas de los nuevos territorios del Perú, obra que logro concretar gracias al apoyo del jurista y político La Gasca, llamado El Pacificador del Perú. En su recorrido de Cuzco a La Paz (Bolivia), Cieza de León, se informó sobre la geografía, sus monumentos, costumbres e historia de los pueblos del sur del Perú, de boca de los mismos tawantinsuyanos, muchos de ellos miembros de la nobleza Inca y quipucamayoc, quienes guardaban celosamente la historia de sus reyes incas. De acuerdo a los datos proporcionados por Cieza, quien fuera soldado, explorador y escritor español, algunos pueblos de Canchis primigeniamente habrían pertenecido a la provincia de Canas, de igual forma estas dos provincias contiguas tenían en común usos, costumbres y rituales. Dentro de los pueblos más importantes en esta región del Cuzco, destacan “Chicuana” y “Cacha”, los mismos hoy son Sicuani y Raqchi. Sicuani, desde la época pre Inca, se constituyó en un centro estratégico para el intercambio de productos que provenían del Qollasuyo, Coporaque, Chumbivilcas, Acomayo y Quispicanchis. Raqchi, como centro administrativo oficial, lugar donde se depositaban periódicamente los recursos del Estado Inca.

Para mayor información veamos como describe y hace referencia Cieza de León, en sus “Crónicas del Perú”, a las provincias de Canas y Canchis, y a los entonces pueblos de su jurisdicción.

Capítulo XCVII

Del camino que se anda desde el Cuzco hasta la ciudad de la Paz, de los pueblos que hay hasta salir de los indios que llaman Canches.

… “Adelante desta provincia están los Canches, que son indios bien domésticos y de buena razón, faltos de malicia, y que siempre fueron provechosos para trabajo, especialmente para sacar metales de plata y de oro, y poseyeron mucho ganado de sus ovejas y carneros; los pueblos que tienen no son más ni menos que los de sus vecinos, y así andan vestidos, y traen por señal en las cabezas unas trenzas negras que les viene por debajo de la barba. Antiguamente cuentan que tuvieron grandes guerras con Viracoche inga y con otros de sus predecesores, y que puestos en su señorío, los tuvieron en mucho. Usan por armas algunos dardos y hondas y unos que llaman aillos, con que prendían a los enemigos. Los enterramientos y religiones suyas conformaban  con los ya dichos, y las sepulturas tienen hechas por los campos de piedra, altas, en las cuales metían a  los señores con algunas de sus mujeres y otros sirvientes. No tienen cuenta de honra ni pompa,  aunque es verdad  que algunos de los señores se muestran  soberbios con  sus naturales y los tratan ásperamente. En señalados tiempos del año celebraban sus fiestas, teniendo para ello sus días situados. En los  aposentos de  los señores  tenían sus plazas para hacer sus bailes, y adonde el señor comía y bebía. Hablaban con el demonio en la manera que todos los demás. En toda la tierra destos Canches se da trigo y maíz y  hay muchas perdices y cóndores, y en sus casas tienen los indios muchas gallinas, y por los ríos toman  mucho pescado, bueno y  sabroso”.

Capítulo XCVIII.

De la provincia de los Canas y de los que dicen de Ayavire, que en tiempo de los ingas, fue a lo que se tiene, gran cosa.

“Luego que salen de los Canches, se entra en la provincia de los Canas, que es otra nación de gente, y los pueblos dellos se llaman en esta manera: Hatuncana, Chicuana, Horuro, Cacha, y otros que no cuento. Andan todos vestidos, y lo mismo sus mujeres, y en la cabeza usan ponerse unos bonetes de lana, grandes y muy redondos y altos. Antes que los ingas los señoreasen tuvieron en los collados fuertes sus pueblos, de donde salían a darse guerra; después los bajaron a lo llano, haciéndolos concertadamente. Y también hacen, como los Canches, sus sepulturas en las heredades, y guardan y tienen unas mismas costumbres. En la comarca destos Canas hubo un templo a quien llamaban Aconcagua; es donde sacrificaban conforme a su ceguedad. Y en el pueblo de Cacha había grandes aposentos hechos por mandato de Topainga Yupangue. Pasado un río está un pequeño cercado, dentro del cual se halló alguna cantidad de oro, porque  dicen que a conmemoración y remembranza de su dios Ticeviracocha, a quien llaman hacedor, estaba hecho este templo, y puesto en él un ídolo de piedra de la estatura de un hombre, con su vestimenta y una corona o tiara en la cabeza; algunos dijeron que podía ser esta hechura a figura de algún apóstol que llegó a esta tierra; de lo cual en la segunda parte trataré lo que desto sentí y pude entender, y la que dicen del fuego del cielo que abajó, el cual convirtió en ceniza muchas piedras. En toda esta comarca de los Canas hace frío, y lo mismo en los Canches, y es bien proveída de mantenimientos y ganados. Al poniente tiene la mar del Sur, y al oriente la espesura de los Andes. Del pueblo de Chicuana, que es desta provincia de los Canas, hasta el de Ayavire habrá quince  leguas, en el cual término hay algunos pueblos destos Canas y muchos llanos, y grandes vegas bien aparejadas para criar ganados, aunque el ser fría esta región demasiadamente lo estorba; y la muchedumbre de hierba que en ella se cría no da provecho si no es a los guanacos y vicuinas…”

Bibliografía: Pedro de Cieza de León (1518 - 1554) “La Crónica del Perú” - Editorial Universo - Lima - Perú - 1973.

©Guido Amílcar Ancori Cervantes.

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