El
mariscal de campo Del Valle, cuyo objetivo principal fue asegurar la
tranquilidad de las poblaciones del valle del río Wilcamayu (Vilcanota), reforzó
las defensas militares de Paucartambo y en el Sur las de Sicuani. Desarrolló su
primera sangrienta campaña de pacificación, sin mayores resultados encontrando
en el sur del Perú (Azángaro, Lampa) la férrea resistencia de las huestes indígenas
rebeldes de Diego Cristóbal Túpac Amaru. Los españoles en su afán desesperado de
lograr la pacificación del Virreinato, promulgaron un Bando (IX-1781) donde
entre sus principales ofertas se consideraba el perdón general y la suspensión
de Tributos por un año.
Diego
Cristóbal, en una carta al visitador Areche, muestra su disconformidad y burla
a la amnistía pregonada, al disponer los españoles la detención de su
sobrino Mariano Túpac Amaru y la ejecución de Túpac Catari. A fines de 1781,
Diego Cristóbal se inclina a pactar el perdón del Virrey, gestionada por el
Obispo Moscoso y Peralta, firmada en Lampa (11-XI-1781) y que debería ser
ratificada con su rendición en la villa de Sicuani, ante el mariscal Del Valle
como jefe militar realista y autoridades, con ocasión del paso por dicha
población de las tropas realistas de la segunda expedición pacificadora.
En
el Cuzco, Del Valle, preparaba la segunda campaña de pacificación con 3000
hombres armados para eliminar los numerosos focos rebeldes diseminados en el
sur y el alto Perú. Debido al acuerdo con Diego Cristóbal Túpac Amaru, marcharon
Del Valle y el Obispo Moscoso y Peralta rumbo a Sicuani. Perfectamente
informado del avance y ruta de los realistas, Diego Cristóbal bajo a Sicuani,
con numerosa comitiva de resistencia indígena, que se mostraban incrédulos
frente a la amnistía y perdón, siendo abandonado en el camino por muchos de su
escolta principal. Entro a la plaza de Sicuani con algo más de 50 hombres. El líder
rebelde descendió de su caballo y se detuvo frente a Del Valle, quien saludándolo
le reitero la protección del Rey si cumpliese fielmente su promesa de sumisión,
lo cual suavizo la tensión existente entre ambos jefes.
La
ceremonia del indulto y juramento de fidelidad fue organizado y llevado a cabo
en el pueblo de Sicuani, el 27 de enero de 1782, luego de que el obispo día
antes, en misa solemne levantara la excomunión a Diego Cristóbal y familiares.
El acto se desarrolló en la iglesia, ante las autoridades, oficiales y gran número
de españoles, criollos, mestizos e indios. El auditor de Guerra leyó en voz
alta el texto oficial, donde disponía la rendición, entrega inmediata de armamento,
la presentación voluntaria de todos los que deseen acogerse a la amnistía,
entre otros. Diego Cristóbal Túpac Amaru prestó el juramento y entrego su
espada a Del Valle; recibida este la levantó mostrando a los presentes para
luego devolvérsela, manifestando que con ella ayudará a la pacificación de los
pueblos rebeldes. El alférez que sostenía el estandarte español paso tres veces
por sobre la cabeza del rebelde en señal de sumisión. Al finalizar la
ceremonia, indígenas de diferentes provincias solicitaron el perdón para ellos
y sus familiares.
Hechas
las pases, acompañado por Diego Cristóbal Túpac Amaru, Del Valle, continuo con
la campaña hacia el Sur, mientras el Obispo Moscoso y Peralta retornó a Cusco. En
Lima el 20 de Febrero de 1782, el Virrey Jauregui, publicó un Bando sobre “la rendición”
de Sicuani, y la total pacificación del Sur.
El
trato con los españoles fue un acto de cruel venganza, el armisticio de perdón
y amistad promovido por las autoridades españolas no fue sincero, era un ardid mientras encuentran el pretexto para condenarlo legalmente. Finalizaba el mes
de marzo de 1783, cuando un cura, denunció un conato subversivo en el pueblo de
Marcapata, cuyo cabecilla fue Simón Condori; en el interrogatorio se forzó
responsabilizar como autores intelectuales a Mariano Túpac Amaru, Diego Cristóbal
y a su madre Marcela Castro. El oidor Matalinares, después de un juicio amañado
y sumario expidió sentencia, la horca para Condori y su vástago, Diego Cristóbal
torturado y atenazado con hierro caliente para luego ser ahorcado y descuartizado; también junto a ellos sufrió tortura y horca Marcela Castro, los otros
supuestos responsables fueron sentenciados a destierro y otras penas.
Bibliografía:
© GUIDO AMILCAR ANCORI CERVANTES
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