John Murra, en su libro “El mundo
andino”, cuando se refiere al impacto que causó la llegada de los españoles al Perú,
califica como el “cataclismo de Cajamarca”, por muchas razones, y es que no
deja de tener razón porque en el gobierno y colonia que instauraron la
población peruana, tawantinsuyana sufrió la peor crisis de devastación humana
que llego a niveles realmente de catástrofe. El historiador y antropólogo peruano
Luis E. Valcárcel, señala que la población indígena antes de la llegada de los
españoles fue de 13 a 15 millones de habitantes (1956). En cambio, hay otros
como el escritor y cronista español Alonso Carrió de la Vandera, que concede 7
millones en un estudio que realizo en 1773, o la del padre Cappa que en 1888, apenas
otorga 4 millones y medio; el médico e historiador Sebastián Lorente que
después de originales argumentos se inclina por los 10 millones (1860). En
estudios recientes de Smith, Wachtel y Cook, dan una población que fluctúa
entre 8 y 10 millones (Contreras, 2020).
En 1548, es decir, 16 años después
de la llegada de los españoles, el licenciado Pedro de la Gasca, levantó un
censo que dio la cifra de 8’285,000 habitantes. En 1569, el Virrey Toledo
realizó un censo con fines netamente tributarios. Los resultados dieron
1’067,696 indios varones entre 18 a 50 años. De acuerdo con esta cantidad se
estima que la población total ascendía a 8 millones, más o menos.
En estos censos basan sus afirmaciones
los cronistas e historiadores que propugnan la tesis de que el Perú tenía un
mínimo de 10 millones el año 1532.
Ya en los siglos XVI Y XVII, en
plena Colonia en el Perú, se hicieron denuncias a la misma Corona Española sobre
la drástica despoblación indígena, “retroceso demográfico”, como denominan
algunos estudiosos a este fenómeno. A fines del siglo XVIII, en 1795, el Virrey
Francisco Gil de Taboada y Lemos efectúa un censo que arroja 1’232,122
habitantes. La diferencia entre esta cifra y las halladas por De la Gasca y
Toledo, es bastante marcada. Un déficit de 5 o 6 millones de gente, cantidad
que resulta todavía reducida, pues, si se considera que las poblaciones casi siempre
se duplican en el espacio de 100 años, partiendo de la base de los 8 millones
de los censos de las Gasca y Toledo, el censo de Taboada y Lemos debió
encontrar una cantidad superior a los 15 millones.
Los incas tenían un riguroso sistema
de controlar el movimiento poblacional. Pedro Cieza de León[1], cronista que
alcanzó a ver los últimos vestigios del Tawantinsuyo, dice lo siguiente:
“… cada provincia en fin del año
mandaba asentar en los quipos, por la quenta de sus ñudos, todos los hombres
que habían muerto en ella en aquel año y por el consiguiente los que habían
nacido como los que faltaban por ser muertos, y en esto había gran verdad y
certidumbre”.
Fatalmente, como los tawantinsuyanos
no conocían la escritura, la interpretación del simbolismo de los Khipus ha
quedado expuesta a los mayores riesgos, sin que fuera posible reunir datos para
explicar el hecho que estamos tratando.
Veamos ahora cuales fueron los hechos
que intervinieron para la devastación humana en el Perú de la Colonia.
TRATO DENIGRANTE E INHUMANO.
Por registros de la época y el
trabajo de Investigadores se demostró que los españoles pusieron a los nativos
peruanos en situación y condiciones infrahumanas. El Doctor Tello[2]
encontró en el Museo Británico una importante prueba escrita, se trata de una
información anónima que lleva por título: “Discurso sobre si conviene que se
vendan las jurisdicciones de los indios del Marqués de Oropesa”, donde con
crudeza y realismo se describe lo ocurrido aquellos años de desorientación. De
ese documento extraemos los siguientes párrafos:
“nadie de los que an estado en estas
prouincias del Piru ignoran las priesa con que se van acabando los yndios en
ellas, esto se echa también de uer en los llanos que en 400 lenguas que ay, no
ay oy 4 mil tributarios y el Reparto de Chincha que es de magesd, donde auia
100 mil y más no ay oy 200. En la sierra donde es menos este año en los lugares
más bien parados faltan la mitad; y en otros tres las partes; y también ay
mucha cantidad de ellos despoblado de todo punto”
Otro documento de gran valor histórico
sobre el maltrato y la condición de los peruanos es la carta de Juan Vázquez de
Ávila, dirigió al Rey Felipe II, relatándole el tratamiento que recibían los
nativos, tal como se evidencia en una parte de la epístola:
“…se espera cada día el remedio de
V. M., el cual le es bien menester, ansi para los españoles, como para la
reformación de los indios, porque V. M. sepa que si los indios del Pirú son
tratados como yo los vi tratar en lo que estuve en el Pirú, V. M. no tiene
vasallos naturales de hoy en diez años”…
El Rey Felipe II, dictó las providencias
para su pronto remedio, aunque en la práctica nunca se cumplieron, porque en el
fondo a nadie le importaba la situación y condición humana de los llamados
“indios” del Perú. Solo los veían como tributarios y fuerza de trabajo regalada.
He aquí, por ejemplo, un capítulo interesante de una Real Cédula enviada a
fines del siglo XVI, al Arzobispo de Lima Toribio Alfonso de Mogrovejo[3].
“Nos somos informados que en estas provincias
se van acabando los indios naturales de ellas por los malos tratamientos que
los encomenderos les hacen o que habiéndose disminuido tanto los dichos indios
que en algunas partes faltan más de la tercera parte, se llevan las tasas por
entero, que es de tres partes las dos más de lo que son obligados a pagar, o
los tratan peor que esclavos, y como tales se hallan muchos vendidos y comprado
de unos encomenderos a otros, y algunos muertos a coces, y mujeres que mueren y
revientan con las pesadas cargas, y a otras a sus hijos las hacen servir en la
granjerías y duermen en los campos, y allí paren y crían mordidos de sabandijas
ponzoñosas y muchos se ahorcan, y otros se dejan morir sin comer, y otros toman
yerbas venenosas, y hay madres que matan a sus hijos en pariendo, lo que dicen
que lo hacen para liberarlos de los trabajos que ellos padecen…”
LA MITA MINERA.
La mita en la colonia fue el sistema
más cruel y degradante que implementaron los españoles en el Perú, que provocó
la total perdida de la condición y dignidad humana, y por ende la vertiginosa desaparición
de humanos varones en general en todo el territorio de la Colonia. El trabajo
en las minas constituyó la prueba más terrible a que fue sometido el indígena
peruano. El obrero se vio expuesto a los más grandes peligros, a trabajar
diariamente, durante todo el día en ambiente confinado y miserable de galerías
subterráneas. El sistema primitivo de acarreo de minerales les causo enormes e
irreparables estragos.
El médico e historiador peruano Juan
Bautista Lastres (1935), en su libro “las enfermedades nerviosas durante el
Coloniaje”, al tratar sobre el origen de las parálisis, se ocupa del laboreo en
las minas, manifestando.
“Cuando los indios portando a cuesta
la pesada carga del preciado metal, atravesaban los vericuetos subterráneos,
oscuros, malolientes y de atmósfera pesada, se diría que franqueaban el mismo
infierno. Era tan dura la tarea, que muchos de ellos sucumbían al esfuerzo
muscular, víctimas del desfallecimiento cardiaco”.
Estas palabras de un estudioso
hombre de ciencia, hallan respaldo insospechable en el Virrey Francisco de
Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, (1615-1621) cuando exclama:
“… digo que es inmenso el trabajo
que los indios padecen; y así ha demostrado la experiencia que se van acabando
muy a prisa los repartimientos que entran a esta mina”
Se puede imaginar el daño que ocasionaba
en su organismo a los obreros nativos al convivir con residuos de arsénico,
plomo y mercurio. Nuestro notable cronista indígena Guamán Poma de Ayala, en su
libro “Nueva Crónica y Buen Gobierno”, proporciona inagotable fuente de
estudios de hechos que observó y graficó de forma directa, es allí donde
encontramos una aterradora versión de la huida de los peruanos ante el fantasma
de su reclutamiento para las minas.
“…..se ausentan de sus pueblos por
no yr a las otras minas a padezer tormento y martirio, y por no padezer en
aquel ymfierno aq’llas penas y tormento de los demonios y otros se huyen dellas
minas por no morir, ante quieren yr a morir a biuir y dizen q’les acauen una
uez porque en cogiendo el mal de azogado se seca como palo y tiene asma y no
puede de día ni de noche uiuir y dura un año o dos desta manera y se muere….”
La descripción de Guamán Poma, es realista
y nos confirma que el indígena peruano se había convertido en fugitivo dentro
de su propia patria.
EL ACOHOLISMO.
El alcoholismo fue otro factor que
atento contra la supervivencia del aborigen. Durante el incanato el licor
empleado era la chicha. Los españoles la saborearon apenas ingresaron a los
dominios del Inca. En las crónicas primitivas de la conquista hay sin número de
referencias sobre esta bebida hecha con maíz germinado. La bebida estaba
generalizada tanto para uso doméstico y ceremonial, además que existieron
medidas restrictivas para castigar la embriaguez, hecho que está comprobado por
multitud de documentos. En cambio, los españoles que introdujeron el
aguardiente, de mayor contenido alcohólico que la chicha, la consintieron. El
desbordamiento fue fatal. No era raro ver en las calles de cualquier pueblo o
ciudad, a pobladores indígenas abandonados a su borrachera consuetudinaria,
deprimidos, vencidos física y moralmente.
LA DESNUTRICIÓN CRÓNICA.
La alimentación del poblador peruano
desde la implantación de la Colonia y Virreinato fue totalmente descuidada, los
productos agrícolas por excelencia eran para la encomienda quedando para ellos
solo migajas y sobras que no servía para alimentarse adecuadamente. Los
españoles encomenderos y las autoridades exigían gran esfuerzo a los nativos en
trabajos de construcción y acarreo de materiales, sobornándolos con alcohol y
coca. La coca fue un artículo medicinal
y sagrado en el tawantinsuyo, pero por falta de buena alimentación se masificó
su uso siendo indispensable al momento de trabajar obligado en largas y
tediosas jornadas.
Salomón Ayala Pío, de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en un artículo de 2019,
Síntesis histórica de estudios biosociales de la coca y la alimentación en
Perú, 1948-1994, señala que.
“El uso de la coca estaba
restringido a la esfera medicinal, religiosa y de la nobleza durante el
Incanato; luego se promovió su uso indiscriminado con la llegada de los españoles
cuando hubo disminución de la agricultura y de la incipiente industria
ganadera, lo que resultó en empobrecimiento nacional. El coqueo, fue más
practicado en actividades mineras y agrícolas intensivas. Durante el periodo
republicano el cocaísmo de la región andina continuó casi en las mismas
condiciones que en el virreinato. La masticación de coca, estimada casi una
necesidad frente a las penurias de la vida del aborigen al mitigar el hambre y
la fatiga, por sus efectos desfavorables fue considerada -con mayor énfasis en
la década del cuarenta- como uno de los más importantes problemas médicos
sociales del Perú” (Ayala, 2009).
Como podemos ver a la llegada de los
españoles, con el caos y la destrucción de la arquitectura incaica, demoliendo
sus cimientos, permitió a la masa indígena abalanzarse sobre la codiciada
planta, convirtiéndola, por la pobreza emergente y la carencia de alimentos, en
un artículo de primera necesidad.
LAS EPIDEMIAS Y ENFERMEDADES.
A las epidemias corresponde pues una gran
responsabilidad en el “retardo demográfico” del país. La ausencia de higiene y
la importancia de la ciencia médica de aquella época para detener o cortar
enfermedades de tan desastrosa mortalidad como la viruela, ocasionaron
perjuicios al capital humano. Nosotros tenemos, gracias a la seguridad y
eficiencia de la vacuna antivariólica, un concepto muy diferente sobre la
agresividad de esta afección. En época de la Colonia, la viruela se constituyó
en el más serio azote contra la vida del indígena.
La viruela fue importada al nuevo
Mundo por un esclavo negro que formaba parte de la expedición de Pánfilo Narváez,
quien llego a la América Central. En el Perú, afirma el doctor Graña, hizo su
aparición durante el reinado de Huayna Cápac, en 1524, causando gran
mortalidad, a tal punto que el propio Inca pereció víctima de ella.
Junto a la viruela se debe citar al sarampión,
el tifus exantemático, la rabia, la gripe, entre otras, causantes de gran
mortalidad entre los aborígenes.
En la obra del doctor Lastres “Las
enfermedades nerviosas durante el Coloniaje”, a la que nos hemos remitido
anteriormente, por los valiosos datos que encierra sobre el pasado de nuestra
historia, encontramos párrafos tan elocuentes como este:
“La evolución biológica del pueblo aborigen, sufrió el rudo trauma psíquico y físico de la conquista, que convirtió la dominación en vasallaje, paralizando sus capacidades creativas”.
BIBLIOGRAFÍA
Ayala Pio, Salomón (2009) Síntesis histórica
de estudios biosociales de la coca y la alimentación en Perú, 1948-1994
Lima-Perú. (Ayala, 2009)
Comisión Central del Censo CCC - Carlos
E. Lassus Arévalo (1939) Los pobladores Indígenas del Perú a través de la
Historia - Lima Perú. (CCC, 1939:)
Francisco Graña Reyes (1878 y 1959)
Médico e investigador peruano, uno de los hombres más importantes de la primera
mitad del siglo XX. “La población del
Perú a través de la historia” (1916). (Graña, 1916)
John V. Murra (2009) El mundo andino
- población medio ambiente y economía- Lima Perú. (Murra, 2009)
Contreras Carranza, Carlos (2020) La crisis demográfica del siglo XVI en los andes: una discusión acerca de sus dimensiones y consecuencias - Pontificia Universidad Católica del Perú - Departamento de Economía - Lima Perú. (Contreras, 2020)
[1]
(Llerena, c. 1520 – Sevilla, 1554) Cronista
español de Indias, autor de la Crónica del Perú (1553). Pedro Cieza de León
pertenece a aquel genero de hombres que fueron a América como soldados y a los
que el Nuevo Mundo convirtió en historiadores o geógrafos.
[2]
Julio Cesar Tello Rojas (1880-1947), Medico y Arqueólogo indígena de Latinoamérica,
padre de la arqueología peruana.
[3] Toribio Alfonso de Mogrovejo y
Robledo (1538-1606, fue eclesiástico español, santo de la
iglesia católica, segundo arzobispo de lima, misionero y organizador de la
iglesia católica en el Virreinato del Perú.
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