Daniel Cisneros Cáceres, nace en Sicuani, Canchis, Cuzco, el
22 de abril de 1901; desde pequeño y en sus primeros estudios realizados en su
tierra natal destaca por su alta sensibilidad hacia los efectos de la luz y la
sombra, además que sabe admirar la calidad de las fotografías de la época en
blanco y negro o sepias.
Al trasladarse su familia a la ciudad de Arequipa, y
siguiendo su vena artística, muy joven fue admitido para trabajar en el estudio
Fotográfico “Vargas”, renombrado taller ubicado en el corazón de la ciudad,
donde se retratan los personajes más notables, además que registran los
acontecimientos importantes de la época. La fotografía de aquella época
requería de los aficionados delicado trabajo, además de conocimientos de dibujo
artístico. De Arequipa viaja a la Paz Bolivia para perfeccionar su técnica trabajando
para el afamado estudio de Kablin, cuyo propietario de origen alemán al parecer
tenia contacto con el estudio fotográfico de Arequipa.
Después de algunos años retorna al Perú, donde en la ciudad
capital por varios años logra trabajar como reportero gráfico, lo cual no logra
colmar su original espíritu artístico, además de sentirse alejado de su
verdadero ser y naturaleza. Es en esas circunstancias que decide regresar a la
tierra que lo viera nacer y recorrer los pueblos para rencontrarse con su gente
a través de su cámara y lente fotográfico.
En su estadía en la ciudad capital, refieren que Cisneros,
habría tenido contacto y acercamiento con importantes intelectuales que
incursionaban en la naciente corriente indigenista de Arguedas, adquiriendo
conocimientos de la esencia de la cultura peruana.
Después de permanecer en Sicuani y la provincia de Canchis, recreando
a su gente y paisajes en hermosas fotografías, decide instalarse
definitivamente en Cusco, trabajando para la Universidad de San Antonio Abad y
el Arzobispado de Cusco registrando y documentado fundamentalmente patrimonio y
obras pertenecientes a la Escuela Cusqueña.
Daniel Cisneros, hasta su muerte, con auténtica pasión
artística logro visitar casi todos los pueblos del Cuzco, caminando cámara en
ristre en busca de las vivencias de un pueblo que se nutre de su alegría
para producir su propio sustento. Su obra inédita nos
enseña a amar nuestras raíces, nuestros pueblos y el país milenario donde vivimos.
Escribe: Guido Amílcar Ancori Cervantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario